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1. Introducción

La expansión en los últimos años de nuevos sistemas de información ha acelerado las telecomunicaciones a escala global. Los mass media inundan los dispositivos electrónicos de uso diario, y el auge y la proliferación de nuevos soportes, de plataformas en streaming, de servicios de vídeo bajo demanda o de internet saturan mediante flujos caudalosos de comunicación el minuto a minuto de la realidad cotidiana de las sociedades actuales.

La traducción no ha quedado ajena a este desarrollo y ha participado en su expansión de distintos modos. En primer lugar, como señalan Díaz Cintas y Nikolić (2018: 1-2), la implantación de nuevas tecnologías en nuestro día a día ha favorecido el despegue de la traducción audiovisual y, con ello, prácticas como el subtitulado o el doblaje han permitido superar barreras lingüísticas y alcanzar un público mayor. Por otra parte, diversos autores desde los estudios de traducción defienden el papel de la reescritura como medio constitutivo de la identidad (House, Martín Ruano et al. 2005: 4-5; Cronin 2006; Vidal Claramonte 2007), del mismo modo que en el ámbito de la comunicación y los Media Studies se ha destacado la relevancia de los medios en la configuración de las identidades sociales, por lo que parece necesario aproximarse a la expansión mediática de series y películas desde una perspectiva traductológica. En concreto, en los discursos mediáticos híbridos y complejos que la nueva ficción globalizada proyecta, resultará urgente fijarnos en aquellas identidades poliédricas que nacen en la intersección de diversos ejes de poder que condicionan su realidad.

Con este fin, en la presente investigación proponemos incorporar una mirada multifocal sobre la identidad haciendo nuestra la teoría sobre la interseccionalidad (Crenshaw 1989, 1991) desarrollada en los años noventa en Estados Unidos. Nuestro objetivo será observar cómo se materializan discursivamente los diferentes ejes de poder que silencian los perfiles atravesados de sujetos minorizados y relegados a la periferia social. Las diversas aristas identitarias sitúan a estos sujetos interseccionales en una posición vulnerable y el papel del traductor como mediador adquiere en este punto una transcendencia mayor. Para una aplicación práctica, estudiaremos el caso de Special para analizar cómo se ha reproducido la identidad de un joven gay con parálisis cerebral en la versión original y en su volcado al español peninsular, y qué asimetrías podemos encontrar en las representaciones en ambas lenguas.

2. La creación narrativa de la identidad en los medios

Sostiene Vidal Claramonte (2007: 41) que «[l]a condición del hombre del siglo xxi, […] es la de ser un hombre traducido, o mejor, en proceso de traducción». Para entender esta compleja situación del sujeto como producto traducido e inacabado que sugiere esta autora, cabe recurrir al fecundo trabajo de Hall (1996) sobre el concepto de «identidad». El teórico propone desmantelar la idea de sujeto en tanto que ente definido y concluido para pasar a entenderlo en diálogo permanente con las prácticas discursivas del contexto histórico, cultural y social en el que se desenvuelve (Hall 1996: 2). En concreto Hall plantea reconsiderar desde un enfoque crítico el debate en torno a las políticas identitarias universalistas que de manera tradicional han servido para definir al sujeto, y dirige su atención a los procesos discursivos de reconstrucción de la individualidad. Entendemos que la traducción, en tanto que vía discursiva para modelar la identidad (House, Martín Ruano et al. 2005: 4-5; Cronin 2006), se presenta como terreno prolífico que permite observar las consecuencias de reescribir las identidades, ya propias, ya ajenas; es decir, de reescribir lo que, con terminología de Foucault (1982/1998), podría denominarse «lo Mismo», pero también y sobre todo al «Otro». Esto es especialmente relevante en los medios audiovisuales, cuyo poder les permite crear y fijar identidades en el imaginario colectivo mediante la repetición de determinados tropos y lugares comunes a los que las narrativas construidas nos llevan sobre determinadas identidades.

Considerando el gran poder de los medios, Ranzato y Zanotti (2018: 1) afirman que, en la actualidad, «[i]f you can’t see it, you can’t be it», lo que depende de manera directa del papel activo del traductor en la representación de las identidades. Ambas autoras insisten en que «if you are not represented, you are out of the social arena» (Ranzato y Zanotti 2018: 1), por lo que debemos permanecer atentos a la forma en que se reproduce discursivamente la identidad en los medios, sobre todo, aquellas subjetividades poliédricas y complejas que han permanecido hasta hace relativamente poco tiempo invisibles para el gran público. Lejos de ser un proceso directo y transparente, la traducción crea nueva información sobre el Otro, muchas veces condicionada a fines identitarios políticos (Gentzler 2002: 216). El componente ético de la traducción en estos casos es innegable, por lo que, con Tymoczko (2003: 181), defenderemos que resulta fundamental encontrar los asideros apropiados tanto en la práctica como en la teoría de los estudios de traducción para la reproducción de dichas identidades. Como veremos en estas páginas, desde esta posición queda fracturada la imagen no intervencionista del traductor en la puesta en marcha de discursos que proyectan la otredad y que, en palabras de Díaz Cintas (2012: 281-282), «can contribute greatly to perpetuating certain racial stereotypes, framing ethnic and gender prejudices, and presenting viewers with out-dated role models and concepts of good and bad seen as rigid, diametrically opposed». De ahí que consideremos necesaria una toma de conciencia sobre la participación del traductor en esta labor.

La forma en que se traducen determinados valores sociales depende en gran medida de las asimetrías de poder que marca el salto entre culturas, por lo que será necesario estar atentos en la traducción de identidades especialmente vulnerables. La idea de «poder» llega a los estudios de traducción de la mano de las corrientes postestructuralistas, que, sobre todo, recurren al prolífico trabajo de Foucault. Este teórico entiende el poder como una compleja red microfísica que penetra en el cuerpo social y actúa de forma disimulada, pero tremendamente efectiva. No se trata de una fuerza opresora que impone, sino de una red de relaciones que impregna cada resquicio de la sociedad; estas «relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social; y […] no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso» (Foucault 1979: 139). Este poder discursivo encuentra en cualquier traducción, como pasamos a desarrollar, un poderoso aliado para permear en los resquicios de la sociedad y actuar amparado por el efecto multiplicador de la reescritura.

3. Interseccionalidad en traducción

El proyecto interseccional nace con el objetivo de analizar las complejidades que derivan de las interrelaciones entre las distintas formas de poder que se producen en cualquier sociedad y su efecto en la constitución de identidades. En el ámbito del feminismo, autoras como hooks (1981), Moraga y Anzaldúa (1981) o Mohanty (1988) dieron voz a los silencios que este movimiento había mantenido hasta la fecha sobre la cuestión racial y étnica en la defensa por los derechos de la mujer. Todas ellas se aproximaron al conjunto de perfiles que poblaban la lucha feminista en los años ochenta bajo una identidad racial o étnica que escapaba del paradigma de la mujer blanca occidental. Sin hablar aún de «interseccionalidad», sembraron el terreno para futuras investigaciones al desvelar la red de poderes entretejida en la sociedad que posicionaba a distintos grupos sociales en función de las desigualdades coyunturales construidas sobre diferentes factores identitarios.

En este caldo de cultivo, Kimberlé Crenshaw (1989) propone el término «interseccionalidad» en un alegato que surgió como un grito en contra de la violencia estructural que, aún hoy, sufren diferentes personas por la confluencia de diversas desigualdades sociales. Crenshaw (1991: 1242) localiza en las políticas identitarias sobre las que se articulaba buena parte de los estudios feministas uno de los grandes problemas que impedían la visibilidad de colectivos especialmente vulnerables, ya que a menudo se ignoraban los intragrupos que constituían dicha identidad genérica.

En su desarrollo teórico, Crenshaw señala los riesgos de no considerar las desigualdades derivadas de diferentes causas y, con ello, invisibilizar las fuerzas interseccionales de poder a la que están sometidos distintos grupos. Mediante esta postura no pretende anular completamente las categorías identitarias, ya que defiende que son necesarias para entender formas de organización sociales y mecanismos de poder encubiertos (Crenshaw 1991: 1296-1297). De hecho, alienta a una concepción más compleja de las categorías identitarias para pensarlas, por una parte, como resultados de un proceso de categorización derivado del ejercicio de poder; y, por otra, como enclaves de resistencia para subvertir el sistema y buscar la autoidentificación positiva del sujeto como estrategia empoderante. De hecho, esta táctica será también el germen de otros movimientos identitarios paralelos nacidos en el seno feminista y de los estudios culturales que dislocan las políticas de identidad. En concreto, de interés para nuestro estudio, son las que proceden en la teoría queer (Butler 1997) y la teoría crip (McRuer 2006).

En suma, estas primeras investigaciones sobre la interseccionalidad apuntaban a adoptar una base ontológica compleja en la formación del sujeto. Más allá de ir sumando rasgos identitarios a modo de capas independientes en la configuración de cada persona, resulta urgente ser receptivos a las nociones dinámicas de poder que manejamos aquí y percibir cómo discursos y prácticas opresoras confluyen en un mismo punto. Escapamos de este modo de las narrativas anquilosadas que esencializan la identidad (Yuval-Davis 2006: 195) para fijarnos en visiones de la identidad poliédricas, como reflejo de las complejas sociedades híbridas que habitamos en la actualidad.

La interseccionalidad muestra los distintos niveles en los que actúan las fuerzas de poder para generar desigualdad entre grupos sociales, y es aquí donde encontramos uno de los puntos más relevantes para nuestro estudio desde un prisma traductológico. Yuval-Davis (2006: 198; 2011) va más allá del carácter individual de la construcción identitaria del sujeto y se adentra en los efectos de las fuerzas de poder interseccionales a nivel institucional y organizativo, especialmente en las diferentes manifestaciones que ofrecen representaciones identitarias, ya sea a través de símbolos, ideologías o textos de distintos tipos: desde, por ejemplo, contenidos jurídicos y legislativos hasta literarios, pasando inevitablemente por los medios de comunicación impresos o audiovisuales. Esta autora insiste en considerar cómo se produce el conocimiento en nuestra sociedad y, sobre todo, cómo se puede incluir una agencia con perspectiva interseccional que sea consciente de los retos representativos a los que aludimos, y que contribuya a proyectar luz sobre las identidades más invisibilizadas por estar sometidas a múltiples ejes de poder. En este punto, resulta evidente el papel de la traducción, y del traductor como agente activo, en la recreación y reconocimiento de identidades interseccionales.

Desde esta óptica, resulta pertinente preguntarse por las lógicas internas del sistema de dominación y fijarnos también en cómo actúan y en qué contextos se (re)producen. No podemos limitar nuestra investigación a analizar el resultado de dichas fuerzas, esto es, a las identidades que se producen en este sistema de opresión, sino que, como sugieren autores como Cruells López (2015: 50), habrá que observar el propio proceso capaz de generarlas. Solo de este modo seremos capaces de atajar las desigualdades y actuar para mitigar sus efectos. MacKinnon (2013: 1024) recuerda que el androcentrismo blanco se encuentra detrás de la jerarquía identitaria que domina nuestras sociedades. Por ello, la interseccionalidad, como vía para señalar la diferencia en la propia diferencia, se convierte en un método valioso para desvelar y denunciar las fuerzas de poder soterradas hacia las que nos dirigimos. De lo contrario, «[i]magining that inequalities are equal as a method for analyzing that inequality can only deny what needs to be changed» (MacKinnon 2013: 1024).

Si los ejes de poder se manifiestan en diferentes instancias sociales y en cualquier tipo de discurso, y entendemos al mismo tiempo la interseccionalidad como método para arrojar luz sobre las desigualdades, parece evidente que una sociedad fundamentalmente traducida como la nuestra, expuesta a contenido reescrito y adaptado, necesita incluir la perspectiva traductora para entender en su conjunto el engranaje de fuerzas discursivas. La denominada «ethics of location» de Venuti (1998: 186-189) nos obliga a concebir la traducción inserta en la jerarquía de poderes sociales y culturales en la que actúa para descubrir qué efectos de dominación prevalecen en las reescrituras y cómo participan estas en la configuración de saberes y verdades. En paralelo, desde el enfoque más amplio que adopta von Flotow (2009: 254) al hablar de interseccionalidad en la traducción, también se nos conduce a considerar el contexto en el que se produce la traducción como factor determinante para entender los flujos de poder que condicionan al traductor (cf. Martínez Pleguezuelos y González-Iglesias 2019). Esto resulta esencial, ya que el lenguaje aquí se presenta como una de las mejores herramientas para desentrañar las complejidades de la interseccionalidad en el discurso (Stella 2010: 214) y permite, al mismo tiempo, tomar conciencia de la lengua en tanto que referente del mundo al que se refiere y que construye (Ricoeur 1976: 20-21).

Nos interesa especialmente la investigación de una de las autoras que más han estudiado la vertiente discursiva de la interseccionalidad: Myra Marx Ferree. Resulta oportuna su aportación por la fuerte conexión con la teoría microfísica del poder de Foucault, de la cual se nutre (Ferree 2011: 56), y por cómo incorpora la perspectiva interseccional en la creación y configuración de conocimiento y poder a través del discurso. Esta autora adopta una forma de concebir la interseccionalidad más dinámica que los trabajos iniciales de esta corriente. Viene a sumarse así a una vertiente más interactiva de la interseccionalidad, junto a autoras como McCall (2005) o Hancock (2007). Esta teórica no se limita a observar el resultado de la interseccionalidad —las identidades construidas bajo el signo del poder—, sino que dirige su mirada al proceso que las configura, ya que, según esta autora, al comprenderlo será posible atajarlo y buscar soluciones.

En lugar de percibir las fuerzas interseccionales como puntos de encuentro de distintos ejes, prefiere entenderlas como un conjunto de relaciones dinámicas inseparables y constitutivas entre sí (Ferree 2009: 87). Estas conexiones vinculan de manera más o menos coherente a los diferentes actores sociales con creencias, saberes y percepciones que configuran representaciones mentales sobre identidades plausibles en nuestro orden social. Esta forma de ordenar el conocimiento sirve, según Ferree, como vía para posibilitar el entendimiento, aunque, incide, es solo una de las versiones posibles de percibir la realidad. Por ello, insiste en que son las propias relaciones organizativas las que permiten entender cómo se configuran las identidades (Ferree 2009: 87).

Con una clara inspiración foucaultiana, Ferree afirma que estas relaciones organizativas que describe no se imponen, sino que se manifiestan a través de lo que llama «authoritative texts» (Ferree 2011: 57). Es decir, la asimilación de conocimiento basado en dichas conexiones por las personas se produce a partir de textos, de discursos, cuya naturaleza y peso en nuestra sociedad varían en gran medida. La autora habla de textos con carga legislativa, como leyes o tratados, pero cabe pensar en otros muchos ámbitos para encontrar textos que llegan a constituirse en fuente de autoridad, como publicaciones y revistas especializadas de medicina, o informes y manuales económicos. Estos pueden contener conceptos anquilosados por el uso y el tiempo. Todos contribuyen a fijar determinados saberes que, bajo el efecto repetitivo de la performatividad, acaban solidificando en forma de conocimiento y verdad. Por la naturaleza de la presente investigación, resulta especialmente relevante observar el papel del cuarto poder de la sociedad, los medios de comunicación, presentes en todo momento en nuestro día a día, ya que, como señalamos, ayudan a crear este tipo de relaciones sin que venga impuesto explícitamente.

Al igual que se destaca en la teoría microfísica del poder de Foucault, Ferree descubre en su argumento lo que denomina «estructuras de oportunidad discursiva» (Ferree 2009: 89) al aclarar que lo que se ha establecido en las conexiones anteriores es una sola de las posibles lecturas posibles. Quedan, por tanto, lecturas ocultas, soterradas bajo las versiones privilegiadas por los discursos de autoridad, pero válidas en cualquier caso. En estas grietas discursivas, a merced de la agencia del traductor y de la lucha de poderes a la que está sometido, cabe encontrar otras posibilidades textuales para describir a los sujetos interseccionales complejos que, hasta ahora, habían quedado tratados meramente de manera superficial. Las categorías identitarias monolíticas en las que tradicionalmente se han entendido a los sujetos atravesados (Vidal Claramonte 2015) encuentran aquí aberturas que posibilitan la superación, como veremos a continuación, de ideas preconcebidas, lecturas irreflexivas o estereotipos heredados.

Incluimos aquí la apreciación de Erel, Haritaworn, et al. (2010: 287) cuando alertan a los investigadores de que la perspectiva personal influye irremediablemente al aproximarse a cualquier tipo de texto para comprobar si plantea un enfoque interseccional. Todos los textos están abiertos a interpretación, por lo que resulta aconsejable retomar estas advertencias para incorporarlas al trabajo del traductor. Además, hay que entender el juego de presiones ideológicas que se da en una cultura dada, lo que para el traductor se convierte en una carga doble puesto que actúa en un terreno incierto entre dos culturas. Entendemos, por tanto, que la traducción interseccional debe ser una traducción situada, coherente con el contexto en el que surge, atenta a las presiones que recibe, estratégica en la toma de decisiones y respetuosa con las identidades que entran en juego.

Traducir la experiencia epistemológica de sujetos tradicionalmente relegados a la periferia social no es fácil, a pesar de que algunos investigadores han allanado el camino en esta dirección. En este punto, la traducción con perspectiva interseccional puede procurar «soluciones particulares para retos concretos, a la vista de toda una serie de consideraciones, que serán las que la combinación de los ejes determine como más idóneas» (Brufau Alvira 2009: 542). Resulta muy pertinente considerar la reflexión de Cronin (en Buden, Nowotny et al. 2009: 218) al respecto cuando denuncia que etiquetas identitarias como «disléxico», «gay» o «musulmán» reducen el carácter multidimensional del sujeto al describirlo únicamente mediante un rasgo. De ahí que, quizá, tengamos que recurrir a estrategias como la de los «multiple subjects» que presenta también Cronin (2006: 9) como medio para entender las diversas formas en que se pueden describir a los individuos en el mundo social hiperconectado que habitan.

4. La traducción interseccional de Special al español

Special es una serie emitida en la plataforma de vídeo bajo demanda Netflix. En los ocho episodios que constituyen la primera temporada nos acercamos al día a día de Ryan Hayes, un chico gay de unos 28 años con parálisis cerebral que vive con su madre. Retomando la idea de las «oportunidades discursivas» que plantea Ferree (2009), podríamos decir que el propio valor de la serie reside en su propia existencia, ya que proyecta una realidad desconocida para buena parte del gran público. La serie es consciente de dicho poder y lo emplea para presentar la identidad de Ryan desde el primer minuto con dosis de humor y drama. Queda lejos esta producción de los discursos capacitistas moldeados desde una perspectiva médica (Mitchell y Snyder 2000), basados únicamente en un enfoque que patologiza la situación.

En la posición de resistencia que asume la serie, la traducción actúa como vector para transportar información a un público más amplio, como pasamos a comprobar en los ejemplos más representativos localizados que incluimos a continuación. El efecto multiplicador de la reescritura a otros idiomas queda de manifiesto en los diálogos. En el primer capítulo, encontramos a Ryan en una cita médica con su fisioterapeuta en la que resulta llamativa la conversación que se establece. Somos conscientes de que la situación tiene lugar en una sala de entrenamiento donde acuden diferentes personas con diversidad funcional. No obstante, la identidad saliente de la discapacidad queda diluida, o entrelazada, con la de su sexualidad mediante la conversación entre el fisioterapeuta y el protagonista. Incluimos a continuación el fragmento y las versiones en español para el doblaje y subtitulado:

Tabla 1

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A pesar de que Ryan se encuentra aquí realizando ejercicios para mejorar su movilidad, ve a otro de los entrenadores ayudando a un compañero, y se fija especialmente en su trasero. El comentario que realiza a su fisioterapeuta y la conversación que le sigue trae al primer plano la (homo)sexualidad de Ryan, cuya relevancia queda rápidamente de manifiesto, superponiéndose a su discapacidad. Recurrimos a las palabras de Guzmán y Platero (2012: 129) cuando exigen en su investigación la urgente necesidad de mostrar «las vivencias de las personas con diversidad funcional no-heterosexuales como sujetos sexuales». En este caso, desde el punto de vista dinámico de la interseccionalidad que recuperamos de Ferree (2011: 56), las distintas facetas de la identidad se activan en función del momento concreto en el que se sitúe el sujeto y serán más visibles, pero siempre se mantendrán en el proceso constante de configuración de la persona. Se supera de este modo la visión frecuente pero simplista y estereotipada del discapacitado como sujeto asexuado en una posición infantilizada, cuyos arcos argumentales giran siempre en torno a sus problemas de salud. Se plantea el sujeto en ruptura con los paradigmas legitimados de sexualidad y discapacidad al combinar ambos rasgos en una sola identidad, en una posición capaz de «dignificar un fenómeno social con efectos individuales» (Guzmán y Platero 2012: 127).

Si nos fijamos en el contenido lingüístico, podemos apreciar que en la traducción se ha optado por soluciones que abordan la diversidad funcional, aunque no presentan ningún atisbo de discurso médico ni patologizador, y además se recurre a reformulaciones y un tipo de habla que puede llegar a asociarse a la comunidad gay. Se configura de este modo una identidad estratégica a partir de actos de habla que performan tanto la faceta de la discapacidad como la de la homosexualidad. Se combinan en el doblaje, por una parte, voces como «culazo», la mención de Grindr (una aplicación para ligar muy conocida en la comunidad gay) y la referencia al perfil de dicha aplicación de citas con la nota de humor en la alusión al «fetiche con el babeo». El cruce entre ambas facetas consigue superar la mirada estigmatizante que a menudo pesa sobre la discapacidad y lo hace en un terreno fuera de la heteronormatividad, algo que se consigue desde una lectura interseccional del cuerpo como la que se lleva a cabo en la versión original.

Algo similar encontramos en el siguiente ejemplo. La conversación tiene lugar entre Ryan y un chico que le gusta con el que ha hablado en Grindr y al que se ha encontrado por casualidad en una fiesta en casa de su nueva jefa. Tras conversar un rato, el chico se lleva a Ryan a una de las habitaciones de la casa para quedarse a solas. Ambos se desnudan y quedan a la vista distintas cicatrices de las operaciones a las que se ha sometido Ryan para mejorar su movilidad.

Tabla 2

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Antes de esta conversación el espectador ha percibido que Ryan no se siente cómodo con su cuerpo por no tener una complexión física definida y tonificada, y no ajustarse a los cánones de belleza que se imponen socialmente. La serie critica esta normalización de estándares de perfección y propone paradigmas alternativos para encontrar y reconocer otros ideales de belleza. Esto es especialmente relevante en las dos facetas que tratamos en este trabajo. Por una parte, las representaciones tradicionales de las personas discapacitadas suelen recurrir a imágenes alejadas de patrones de belleza (Ellis 2015: 7) que no consiguen atraer al público general. Por otra, la imagen habitual de la comunidad gay en los medios de comunicación es a menudo la de chicos jóvenes, guapos y musculosos (Enguix 2012). En la serie se cuestionan tales representaciones y se subvierten las imágenes de ambos grupos empleando un enfoque interseccional. Como podemos ver en la conversación de la tabla 2, el chico al que acaba de conocer Ryan se siente atraído por él a pesar de que no tenga el cuerpo normativo que habitualmente se espera de un personaje gay en televisión. En este caso, el discurso que configura la identidad de Ryan alcanza igualmente la materialidad de su cuerpo y le da significado (Butler 1990: 143-144), pero ahora desde un prisma que muestra al cuerpo interseccional como un espacio de lucha y resistencia contra las imágenes simplistas y monofocales que tradicionalmente se venían encontrando en los medios sobre el colectivo gay, por una parte, y sobre las personas con diversidad funcional, por otra.

Desde la perspectiva interseccional que asumimos en nuestro análisis, entendemos con Sklar (2005: 245) que es necesario buscar representaciones complejas que sitúen a los sujetos minorizados en pie de igualdad con aquellos que no se encuentran (tan) expuestos a ejes de poder. En el diálogo de la tabla 2 se cuestiona el paradigma legitimado de belleza con la figura de Ryan, haciendo hincapié en su condición física y en su sexualidad. Este intenta ocultar sus cicatrices, pero al chico con el que está le gustan y este le muestra una que él mismo tiene en la muñeca. Esta apertura a nuevas miradas sobre la belleza se traslada también a la versión en español mediante una aproximación interseccional que integra la faceta gay en el cuerpo con cicatrices, que aquí se descubre también como bello. En el doblaje se ha buscado la relación con el mundo gay con una traducción literal de la fiesta «Bear in Space» como «Osos en el espacio». Incluso en el subtitulado, pese a las limitaciones de espacio, se ha conseguido mantener la referencia a una «fiesta de osos», denominación muy reconocible dentro y fuera de la comunidad gay para los espectadores de la serie.

Además, cuando el chico le habla del bar gay Akbar y Ryan reconoce que no ha ido nunca, el primero destaca lo llamativo y atrayente de su personalidad y su singularidad, una medida de nuevo subversiva en la construcción discursiva del personaje. Por ello, estamos de acuerdo con Guzmán y Platero (2012: 132) cuando conciben a estos grupos minorizados como agentes que pueden promover el cambio social tras haber quedado presentados en los medios durante muchos años de una forma muy limitada y repetitiva.

En línea con este fragmento, nos resulta interesante también el diálogo dedicado en el tercer capítulo al encuentro sexual que mantiene Ryan con un prostituto al que contrata para perder la virginidad, por lo revelador que puede ser para nuestro análisis. El intento frustrado de mantener sexo con el chico al que encontró en la fiesta le suscita la urgente necesidad de deshacerse de su virginidad, y la escena que presenciamos nos da muchas pistas sobre cómo participa el discurso en la creación de la identidad poliédrica de Ryan. El protagonista llega a casa del chico y este le ayuda a quitarse la ropa. Mientras le baja el pantalón, Ryan le golpea accidentalmente con la rodilla en la cara:

Tabla 3

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Esta situación resulta todavía muy poco habitual en un producto de ficción. Mostrar a la audiencia relaciones sexuales con personas discapacitadas no es en absoluto común hoy en día, y mucho menos si se trata de relaciones homosexuales. Special rompe aquí el silencio sobre este aspecto íntimo y se lanza a presentar al sujeto con parálisis cerebral como ser sexuado, capaz de desear y de ser deseado. En la escena se consiguen superar los estereotipos anclados en narrativas simplistas que leen al discapacitado como una anormalidad sexual (Ellis 2005: 84; Haller y Zhang 2014). El discurso naturaliza las funcionalidades del protagonista y muestra que es posible mantener relaciones sexuales con o sin discapacidad. Así, frases como «Need a little help with the buttons?» o «Wiggle you out of these» se adhieren a un modelo social (Toboso Martín y Guzmán Castillo 2010), antagónico al discurso médico, que normaliza la diversidad funcional. La traducción aquí multiplica su efecto y actúa como vehículo para alcanzar a otros espectadores en español. El doblaje para ambos parlamentos («¿Necesitas que te ayude con los botones?» y «Vamos a ver si te quitamos esto») transmiten la misma idea en esta naturalización de la diversidad funcional que se busca a través del discurso. El subtitulado, aunque, de nuevo, más escueto, calca la estrategia y ofrece a los espectadores un contenido en sintonía.

Por otra parte, la escena muestra además el golpe que Ryan le da de forma no intencionada al chico en la cara al quitarse el pantalón. La reacción del chico tras el dolor suaviza la situación para no preocupar a Ryan, que se siente mal. Recurre al humor para calmarlo, de nuevo intercalando referencias sexuales: «Being hit in the face usually costs an extra $100, but I’m gonna give you a freebie». La estrategia discursiva de introducir bromas de contenido sexual ayuda a entender a Ryan en una posición nada común en los medios como sujeto sexuado, e incluso va más allá al hacer referencia a prácticas sexuales fetichistas no normativas, como encontrar placer sexual en el dolor al ser golpeado. Del mismo modo, tanto el doblaje como el subtitulado emplean esta broma para conseguir un efecto similar en el público meta, lo que contribuye a proyectar luz también sobre la identidad interseccional emitida en pantalla para la versión en español.

A nivel microdiscursivo, las estrategias para configurar una identidad interseccional a través de la traducción varían a lo largo de la serie, pero combinan alusiones a ambas facetas de Ryan tomando como hilo conductor en la mayoría de los casos el tratamiento de la parálisis cerebral desde las vivencias de un joven gay de 28 años. Esto consigue integrar ambos rasgos en el personaje y entenderlo de manera conjunta. Como muestra, en el siguiente ejemplo presenciamos la conversación entre Ryan y su madre, Karen, que ha dedicado su vida a cuidar y proteger a su hijo a costa de perder sus propias relaciones personales y su independencia. Ryan comienza ese día unas prácticas en una empresa y se acaba de cortar mientras se afeitaba. Karen acude a su rescate y le dice que no hace falta que haga esas prácticas:

Tabla 4

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Si nos fijamos, existe una asimetría en la interpretación entre el doblaje y el subtitulado en la primera intervención, cuando Ryan sostiene que «it’s time for me to challenge myself. Be more of an independent woman», que llega al doblaje como «tengo que ser una mujer más independiente», y en el subtitulado como «debes ser más independiente». Ciertamente, ambas interpretaciones son plausibles, ya que la madre se presenta en la serie como una mujer muy dependiente del hijo después de haberlo cuidado durante toda su vida. No obstante, en la búsqueda de una traducción cultural que visibilice a los sujetos interseccionales y mediante la que recrear las interdependencias de la identidad (Erel, Haritaworn, et al. 2010: 72), nos parece que la opción del doblaje se ajusta más al objetivo final de la serie. En el caso presentado en la tabla 4, ambos se encuentran hablando sobre la situación de Ryan y su discapacidad, pero él incorpora en su parlamento un recurso habitual en el camp talk que describiera Harvey (2000): la inversión del género para los sujetos gays. En la versión para doblaje el traductor ha aplicado el femenino cuando Ryan habla sobre sí mismo, «tengo que ser una mujer más independiente». De este modo, el tratamiento de la parálisis se entiende bajo la óptica del discurso camp, lo que resulta en una nueva lectura del sujeto atravesado (Guzmán y Platero 2012: 129). En los diferentes capítulos, la identidad interseccional de Ryan se performa mediante discursos que se alejan del tono médico habitual para hablar de la discapacidad y pasan a incorporar un uso del habla que cualquier joven gay podría emplear. De este modo, la serie consigue hacer aflorar la discapacidad desde una oralidad que el público entiende y otorga a un sujeto gay.

No obstante, esta no es la única estrategia de la clasificación de Harvey que podemos localizar. En la serie encontramos muchos juegos de palabras y dobles sentidos, tácticas discursivas que Harvey (2000: 243) también recoge en su categorización del habla gay. En este mismo fragmento, el personaje de Ryan realiza un juego de palabras con el nombre de una actriz conocida, Blake Lively, y lo transforma en Bleak Lively. La traducción para el doblaje ha recreado este juego para codificar el sentido del original, y para ello ha recurrido a un referente también muy familiar para el público español. En el doblaje, el espectador escucha «Lady Brasa», en una clara referencia a Lady Gaga mediante el juego de palabras. Por el contrario, la opción para subtitulado se aleja del tono humorístico que desprende este discurso enmarcado dentro del camp talk, y queda diluida, hasta cierto punto, la conexión que se pretende entre la discapacidad que se trata y la identidad gay desde la que se habla.

El recurso discursivo estratégico que vemos en este ejemplo es recurrente en la serie y ayuda en la creación de la identidad interseccional del protagonista. Como muestra, en el siguiente caso (tabla 5), Karen está enseñando a su hijo a abrir huevos para cocinar, y ambos están rompiendo las cáscaras en un bol para practicar:

Tabla 5

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Quizás en este caso la referencia cultural que hay que superar es más oscura para el público meta de la traducción; de ahí la complejidad que supone para el traductor. Cuando Ryan dice que «I’m the Bareback Contessa» está empleando un juego de palabras con Barefoot Contessa, un programa de televisión estadounidense de cocina presentado por Ina Garten, quien también ha publicado un libro de recetas con el mismo nombre del programa. El juego humorístico aquí, y que permite incorporar la perspectiva camp en el diálogo, es el cambio a bareback, término utilizado para referirse a las relaciones sexuales que se mantienen sin preservativo, especialmente usado cuando se habla de sexo anal. Se trata de una referencia muy conocida en la comunidad gay, tanto en el contexto anglófono como en el español (Rodríguez 2008), en el que ha penetrado este anglicismo. En este diálogo el resultado de su aparición redunda en la construcción poliédrica de Ryan, al que vemos con dificultades aprendiendo a realizar una tarea sencilla. De nuevo, se entreteje discursivamente al personaje, inserto en una relación de aristas identitarias que lo sitúan en un plano complejo, más allá de la mera discapacidad.

Para el doblaje se ha optado por conservar la broma de Ryan, pero se ha perdido totalmente la imprimación de la identidad gay al borrar la referencia sexual en el juego de palabras. Se transmite el sentido, pero se pierde el potencial interseccional en la reescritura, y algo similar ocurre en el subtitulado. La reescritura en pantalla nos muestra para el español «soy el chef Alberto “Cipote”». A nivel semántico y humorístico puede funcionar en el diálogo entre ambos, pero a un nivel más profundo, en la creación del personaje, no cumple con la reconceptualización de la identidad compleja que se busca en el original, ya que se recurre a una referencia sexual, pero no específicamente ligada al colectivo gay. Entendemos que las constricciones técnicas de espacio y tiempo imperan en esta modalidad, pero recordamos de nuevo la advertencia de Díaz Cintas (2012) cuando insistía en considerar el potencial de la traducción audiovisual en el afianzamiento de jerarquías de poder. En este caso, la capacidad de la discursividad interseccional en el doblaje y el subtitulado queda mermada en cierta medida y no consigue equipararse al original en este sentido.

Como último aspecto antes de concluir nuestro análisis, querríamos profundizar en uno de los temas que también aborda la serie en la lucha política por el reconocimiento de la identidad interseccional. En la posición de vulnerabilidad a la que están expuestos los sujetos marginados, los regímenes de poder heteropatriarcales y capacitistas influyen inevitablemente en la propia percepción de los sujetos a los que excluyen. Una de las muchas consecuencias de la consolidación de estos ejes de poder es la autonegación de rasgos concretos del propio sujeto discriminado y la no aceptación de estos por la posición social y cultural a la que se expone a verse relegado en virtud de ellos.

A lo largo de toda la temporada, Ryan conoce a nuevos compañeros en el trabajo como becario en la redacción de un blog al que se incorpora al comenzar la serie. Ha mantenido en secreto con todos ellos que tiene parálisis cerebral, y les ha hecho creer que sus problemas de movilidad están causados por un accidente que tuvo meses antes con un coche, cuando en realidad el atropello solo le fracturó levemente un brazo. Esta decisión nos transmite cierta dificultad por parte del protagonista para aceptarse y asumir su realidad. Como muestra, en el séptimo capítulo, Ryan se ve obligado a asistir a una cita a ciegas con el primo de su jefa, Olivia. Ella queda descrita en la serie como una mujer superficial y sin tacto, y todo lo que pretende con la cita de Ryan y su primo es que el primero consiga una historia que merezca la pena contar en el blog que dirige. Cuando se presenta en el restaurante, Ryan descubre que el chico es sordo, algo que no espera en absoluto. Al día siguiente Ryan y Olivia comentan la cita, que ha resultado ser desastrosa. Incluimos a continuación algunos fragmentos de la conversación para poder comentar ciertos aspectos destacados:

Tabla 6

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En primer lugar, es destacable la posición desde la que Olivia aborda el tema. Coincide con las representaciones tradicionales de las personas discapacitadas en los medios, pues como sostiene Grue (2005: 207) generalmente se ha evitado proyectar una imagen completamente negativa, y se ha dejado aflorar una impresión general positiva para compensar, en cierto modo, los aspectos negativos o factores limitadores. Sin embargo, en este salto a las representaciones poliédricas más complejas, observamos que se permite mantener una actitud como la de Olivia sin que derive de ello ningún problema. Cierto es, debemos matizar, que se busca el humor en sus intervenciones y el guion lleva al extremo su perspectiva para conseguir la caricatura de su personaje y de lo que dice.

Las respuestas por parte de Olivia en este fragmento superan los lugares comunes en los que atracaban los estereotipos sobre discapacidad hasta hace relativamente poco tiempo. Lo que interesa no es la discapacidad del personaje, como ocurría antes. Las nuevas producciones necesitan entender al personaje en contexto, basado en una identidad más rica que incorpore facetas nuevas, y esto es lo que se persigue en este diálogo. Ryan quería hablar con Olivia para contarle que la cita había sido un fracaso porque el chico era sordo, pero Olivia en un primer momento no sigue la conversación por el mismo camino. Cuando Ryan le dice que no fue bien, la respuesta que encuentra es «I get it. He is so hot. And then there’s his abnormally large penis». Además de buscar el humor al resultar chocante escuchar estas palabras sobre su primo, en una lectura más profunda se percibe que se consigue, de forma velada, crear una identidad múltiple en Ryan, con el que puede hablar con libertad de sexo, independientemente de su parálisis. Esto supone la superación de representaciones asexuadas de la diversidad funcional y un paso adelante en el reconocimiento de la complejidad de las identidades por las que abogamos en esta investigación.

La traducción sigue una estrategia muy similar al original en este caso. Se consigue el efecto humorístico con una solución bastante literal y, al mismo tiempo, igual que en la versión en inglés, se traslada al público meta una identidad multifocal que refleja de manera acertada la realidad del protagonista. Tanto el doblaje como el subtitulado omiten cualquier tipo de referencia a la discapacidad de Michael y se centran en el tamaño del pene, al que se refiere Olivia sin pudor. El salto hacia la discapacidad de Ryan y su cita a ciegas se produce en un segundo momento, cuando Ryan le recrimina que no le hubiera dicho que su primo era sordo. La respuesta de Olivia en español muestra igualmente su perplejidad: «¿Y qué? Tú eres discapacitado», lo que continúa restando importancia a la discapacidad frente a otras facetas. El siguiente fragmento de la conversación sigue la línea del anterior y profundiza en el capacitismo de Ryan:

Tabla 7

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Al escuchar la respuesta de Ryan, Olivia pasa en esta parte a centrarse en la discapacidad frente al carácter saliente de la sexualidad que ocupaba el fragmento anterior. Resulta necesario señalar aquí una interpretación diferente en la traducción de «I can still do better than a deaf guy», que en el doblaje se presentó como «puedo aspirar a alguien mejor que un sordo», mientras que en el subtitulado el mensaje era «puedo ligar más que un sordo». Si prestamos atención a la conversación y a la finalidad que se pretende transmitir, parece más acertado el sentido del doblaje, ya que este comunica el capacitismo interiorizado que sufre Ryan. Este contenido permite tratar el problema de la discriminación en el seno del colectivo de personas discapacitadas, basada en una jerarquización abstracta que privilegia a determinados sujetos frente a otros en función de su discapacidad. Recordemos la «matriz de dominación» que definía Collins (1990/2000), mediante la que explicaba cómo pueden cambiar las posiciones jerárquicas de los sujetos discriminados en función del contexto en el que se encuentren. Una persona sometida a ciertas presiones discriminatorias puede, en otra situación, encontrarse en un enclave privilegiado y pasar a ser el individuo que adopta una posición dominante y trata de ejercer poder sobre un colectivo diferente. Este mismo problema de la discriminación a otros semejantes ocurre también en el colectivo gay, donde, por ejemplo, determinados rasgos físicos o actitudes consideradas femeninas propician homofobia entre los propios gays (González Amago 2005).

Ante esto, nos parece llamativa la reflexión de Ryan sobre el tema, cuando se sincera con su madre tras la conversación con Olivia:

Tabla 8

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Las «capas» a las que hace referencia Ryan pueden entenderse aquí como la metáfora de la superposición de rasgos que se emplea en la teoría interseccional para describir la configuración de identidades complejas. Incluso en este lamento de Ryan, en el que sugiere que ni él puede llegar a entenderse a sí mismo, podemos encontrar en el original y la traducción una nueva capa que viene a sumarse a las facetas intercaladas a las que Ryan alude. En esta ocasión, el fuero interno de Ryan se transmite mediante un lenguaje joven y coloquial, en el que no se vislumbra ningún rastro de discurso patologizante. Al contrario, se aproxima a lo que un chico de 28 años podría expresar con sus amigos: «layers of fucked-up-ness inside of me», que llega al público español en el doblaje como «capas de movidas chungas dentro». En ambas propuestas se recurre a un lenguaje oral de registro muy coloquial. Quizá la versión para subtitulado, limitada un número máximo de caracteres por segundo, se ve más alejada del original y no contribuye tanto como el doblaje en la creación de la identidad múltiple que se pretende conseguir.

5. Conclusiones

A través de los ejemplos presentados, hemos tratado de dejar constancia del poder de la traducción en la construcción de identidades interseccionales y su capacidad para darles visibilidad y normalizar la presencia de personajes poliédricos en los medios actuales. Los diferentes recursos discursivos y estrategias de traducción que hemos incluido son, en nuestra opinión, una muestra del alcance social de la figura del traductor en casos como los que nos ocupan.

A la luz del estudio acometido, el enfoque interseccional nos parece un instrumento estratégico desde el que analizar las representaciones de identidades poliédricas en y previas a la traducción. Se muestra como un asidero especialmente útil para realizar traducciones que consigan reflejar la situación de los sujetos atravesados por diferentes realidades. Para ello, nos parecen necesarias estrategias discursivas que permitan entrelazar las facetas de la identidad hasta entenderlas como un todo y no como una superposición de rasgos.

Parece inevitable, por tanto, tomar la traducción como enclave para escudriñar los desequilibrios de poder y los ejes de opresión que dan forma, en los canales audiovisuales actuales, a personajes con distintas facetas que tradicionalmente han sido causa de marginación. Las implicaciones éticas a las que nos remitíamos son innegables si consideramos que, como agentes mediadores, los traductores pueden ofrecer paradigmas identitarios que den voz a muchas personas silenciadas. De ahí que, en la traducción del siglo xxi, parezca urgente recurrir a soluciones discursivas apoyadas en metodologías de análisis como las que presentamos aquí y se luche por unas reescrituras que acojan y representen al amplio abanico de identidades con las que convivimos.